Las contribuciones forzosas de los particulares a las obras públicas

Conociendo, como hoy nos permite la información disponible, el desorbitado coste presupuestario que, para el Estado y demás entidades locales, supone la ejecución de las obras públicas, a lo visto, siempre insuficientes, nos hemos preguntado cómo logró Roma financiar aquella desmesurada cifra de edificaciones cuyos restos se conservan todavía diseminados a lo largo de todo lo que fue el Imperio. Aunque intuitivamente, ya sabíamos que buena parte de la respuesta se centraba, como no podía ser de otro modo, en el esfuerzo de los contribuyentes, aún desconocíamos su exacta medida, pero conforme avanzaba la investigación crecía una íntima convicción sobre lo hercúleo que habría de revelarse aquel esfuerzo, hasta que, finalmente, se manifestó con toda crudeza. En efecto, ya la tradición clásica griega que encarnan Tucídides o Herodoto, revela lo determinante que resulta el elemento político-sociológico en la idea de ciudad, hasta el extremo de afirmar que, en realidad, no son los edificios los que la conforman, por muchos o magníficos que fuesen, sino más bien los hombres, es decir, los ciudadanos, y esta circunstancia creemos que puede considerarse probada, no sólo desde el prisma de la figuración o la metáfora, sino también desde la realidad desnuda […]