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Del derecho terrible al derecho entrañable: el ejemplo de los animales de compañía
Stefano Rodota, en un libro bien conocido entre los civilistas, califico con cierto dramatismo la propiedad como "derecho terrible". Es claro que se refería a la propiedad que pudiéramos denominar clásica, de estirpe supuestamente romana, que comprende el derecho "a disponer de la cosa del modo más absoluto" (art. 544 del Code), esto es, en expresión vulgar, a usar y abusar. Y es claro también que, en la práctica, dicha concepción de la propiedad hace mucho tiempo que se matizó en múltiples aspectos y el propio Rodota da numerosos ejemplos contemporáneos de ello, hasta haberse convertido, en opinión de gran parte de la doctrina, en un derecho debilitado e incluso en un derecho fragmentado. El hecho es sobradamente conocido y su exégesis bibliográfica demasiado amplia para insistir en ella ahora y aquí [...]
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Stefano Rodota, en un libro bien conocido entre los civilistas, califico con cierto dramatismo la propiedad como "derecho terrible". Es claro que se refería a la propiedad que pudiéramos denominar clásica, de estirpe supuestamente romana, que comprende el derecho "a disponer de la cosa del modo más absoluto" (art. 544 del Code), esto es, en expresión vulgar, a usar y abusar. Y es claro también que, en la práctica, dicha concepción de la propiedad hace mucho tiempo que se matizó en múltiples aspectos y el propio Rodota da numerosos ejemplos contemporáneos de ello, hasta haberse convertido, en opinión de gran parte de la doctrina, en un derecho debilitado e incluso en un derecho fragmentado. El hecho es sobradamente conocido y su exégesis bibliográfica demasiado amplia para insistir en ella ahora y aquí [...]
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