Diccionario panhispánico del español jurídico

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En la muerte del Profesor Olivencia

por Periñán Gómez, Bernardo

Artículo
ISSN: 1697-3046
Madrid Iustel 2018
Ver otros artículos del mismo número: 30

Desde la óptica universitaria, la corriente de afecto dedicada a la figura de D. Manuel Olivencia Ruiz tras su fallecimiento es un valioso elemento de reflexión para quienes nos dedicamos al oficio de enseñar e investigar en la Universidad. Esta es una institución con frecuencia poco valorada en los medios de comunicación y en la sociedad en general, por lo que probablemente haya más de una clave en el Profesor Olivencia para entender ese respeto y consideración que se tributan ahora al maestro fallecido. Porque D. Manuel era, sobre todo, un profesor. Un profesor que hizo otras muchas cosas en la vida pública, pero que nunca dejó de ser, sentirse y comportarse como profesor universitario. Quizá no haya nada más triste que el Catedrático al que no le gusta su oficio, que huye de los alumnos y pone por delante mil problemas burocráticos, abandonando la nave apesadumbrado o permaneciendo en ella sin optimismo ante el futuro. Por contraste, nada hay más reconfortante en el mundo académico que disfrutar de los maestros que lo son sin imposiciones, aunque tengan mejores opciones profesionales, más cómodas, más reconocidas o mejor retribuidas. La benevolencia y la confianza en el porvenir distingue a estos últimos de los anteriores. Como es bien conocido, Olivencia pertenecía a esa clase escogida de profesores que no se rinden [...]


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Desde la óptica universitaria, la corriente de afecto dedicada a la figura de D. Manuel Olivencia Ruiz tras su fallecimiento es un valioso elemento de reflexión para quienes nos dedicamos al oficio de enseñar e investigar en la Universidad. Esta es una institución con frecuencia poco valorada en los medios de comunicación y en la sociedad en general, por lo que probablemente haya más de una clave en el Profesor Olivencia para entender ese respeto y consideración que se tributan ahora al maestro fallecido. Porque D. Manuel era, sobre todo, un profesor. Un profesor que hizo otras muchas cosas en la vida pública, pero que nunca dejó de ser, sentirse y comportarse como profesor universitario. Quizá no haya nada más triste que el Catedrático al que no le gusta su oficio, que huye de los alumnos y pone por delante mil problemas burocráticos, abandonando la nave apesadumbrado o permaneciendo en ella sin optimismo ante el futuro. Por contraste, nada hay más reconfortante en el mundo académico que disfrutar de los maestros que lo son sin imposiciones, aunque tengan mejores opciones profesionales, más cómodas, más reconocidas o mejor retribuidas. La benevolencia y la confianza en el porvenir distingue a estos últimos de los anteriores. Como es bien conocido, Olivencia pertenecía a esa clase escogida de profesores que no se rinden [...]


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