Diccionario panhispánico del español jurídico

Copias sin limite

El Tratado de Lisboa (Un juego de espejos rotos)

por de Faramiñán Gilbert, Juan Manuel

Artículo
ISSN: 1697-5197
Ver otros artículos del mismo número: Número 17. Junio 2009

El fracaso del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa produjo un periodo de incertidumbre y perplejidad del que ha costado mucho sobreponerse. Por un momento, todo parecía resquebrajarse y se tuvo la sensación de que la imagen de unidad en la diversidad, que con tanta dificultad se había forjado, se partía hecha añicos como un espejo roto. No obstante, como en un “juego de espejos rotos”, el ideal europeísta se ha ido recomponiendo con un gran esfuerzo, dando lugar a un texto, el Tratado de Lisboa, que encierra una solución de compromiso con el fin de saldar la crisis cuando el futuro de la Unión Europea parecía oscurecerse. Como en los poemas de Alejandra Pizarnik, “cuando el palacio de la noche encierra su hermosura, pulsaremos los espejos hasta que nuestros rostros canten como ídolos” y, así fue como con un esfuerzo milimetrado se ha ido recomponiendo este rompecabezas de cristales con el fin de que en él se refleje, otra vez, la ansiada imagen global. Como se señala en Preámbulo del Tratado de Lisboa, deberemos estar resueltos a salvar una nueva etapa en proceso de integración europea y habrá que recordar “la importancia histórica de que la división del continente europeo haya tocado a su fin y la necesidad de sentar unas bases firmes para la construcción de la futura Europa”. [...]


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El fracaso del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa produjo un periodo de incertidumbre y perplejidad del que ha costado mucho sobreponerse. Por un momento, todo parecía resquebrajarse y se tuvo la sensación de que la imagen de unidad en la diversidad, que con tanta dificultad se había forjado, se partía hecha añicos como un espejo roto. No obstante, como en un “juego de espejos rotos”, el ideal europeísta se ha ido recomponiendo con un gran esfuerzo, dando lugar a un texto, el Tratado de Lisboa, que encierra una solución de compromiso con el fin de saldar la crisis cuando el futuro de la Unión Europea parecía oscurecerse. Como en los poemas de Alejandra Pizarnik, “cuando el palacio de la noche encierra su hermosura, pulsaremos los espejos hasta que nuestros rostros canten como ídolos” y, así fue como con un esfuerzo milimetrado se ha ido recomponiendo este rompecabezas de cristales con el fin de que en él se refleje, otra vez, la ansiada imagen global. Como se señala en Preámbulo del Tratado de Lisboa, deberemos estar resueltos a salvar una nueva etapa en proceso de integración europea y habrá que recordar “la importancia histórica de que la división del continente europeo haya tocado a su fin y la necesidad de sentar unas bases firmes para la construcción de la futura Europa”. [...]


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