De Javier a Lucio

Como en todas las facetas de la vida, lo que solemos llamar “vida académica” suele reunir aspectos muy gratos y otros menos deseables, momentos maravillosos y otros no tan destacables. Uno puede estar satisfecho si los primeros, cuantitativa, pero sobre todo cualitativamente, prevalecen sobre los segundos. En mi caso, y al menos hasta el momento, puedo afirmar que así ha sido; y creo también que esos aspectos y momentos más positivos, algunos incluso preciosos y emotivos, tienen que ver casi siempre con los maestros y con los discípulos; en cuanto a los otros momentos y aspectos… mejor olvidarlos en este momento. El caso es que una de las satisfacciones más grandes es la de poder decir que algunos de los importantes maestros a los que tanto he admirado y admiro, son también mis amigos. Y en este ámbito uno de los ejemplos más destacados para mí es, sin duda, el de Lucio Pegoraro. Como yo, él entiende que la vida académica es parte importante de la vida, disfruta preparando la próxima exposición o el próximo libro, y cuando en una reunión privada habla con otros colegas y amigos, el Derecho Comparado y sus parámetros fundamentales forman parte de la conversación del mismo modo que cualquier otro aspecto de la vida política, social, cultural, histórica o que cualquier otra cuestión más o menos intrascendente. No es fácil separar unos aspectos de otros, porque la vida es un todo, dentro del cual hemos dado gran importancia al ámbito académico, o al menos -según yo lo veo- a lo que dentro del ámbito académico merece tener esa importancia [..]